Ya desde el nacimiento se aprecian tipologías del pie bien definidas por los pediatras en la sala departos; son ejemplos claros el pie zambo y el pie talo.
Como sabemos, el pie zambo es un pie equino-varo-adducto que se tratará desde el nacimiento
mediante yesos seriados en primera instancia corrigiendo el adducto-varo-equino por este orden.
El pie talo es un problema de postura intraútero. Es benigno y se trata con manipulaciones y, en
raras ocasiones, precisa yeso corrector.
En todo recién nacido con pie patológico, se deberá explorar las caderas por posible asociación aluxación congénita.
Es el pie plano-valgo el que supone mayor demanda en las consultas de Atención Primaria. Consiste en un aplanamiento del arco longitudinal plantar. Para explorarlo pediremos al niño que relaje el pie en bipedestación y flexionaremos dorsalmente el primer dedo (test de Jack);
observaremos cómo se dibuja la bóveda plantar. Le pediremos también posicionarse de puntillas
y también se marcará la bóveda plantar varizándose el retropié. Estas dos pruebas sencillas nos diferencian los pies flexibles de los rígidos; estos últimos serán motivo de estudio radiográfico y tratamiento ortopédico e incluso quirúrgico.
Muchos padres presionan para colocar ortesis, pero lo cierto es que no está contrastado el beneficio de las plantillas, y más bien supone un sufrimiento para el niño. El tratamiento consiste en ejercitar caminando descalzo y de puntillas.
El pie cavo puede ser congénito o reflejar una patología neuromuscular subyacente que habrá que investigar.
Los pies dolorosos se producen por ejemplo por hiperapoyo metatarsal en pies cavos o por sobreesfuerzo en la inserción del tendón tibial posterior en los pies planos-valgos, dolor tipo fascitis plantar, etc.; es decir a situaciones de estrés de ciertas estructuras motivadas por la deformidad en cuestión. Se tratarán con plantillas y la cirugía suele realizarse en niños preadolescentes en ciertos casos.
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